El plan A, el plan B y el plan C de la derecha

Hugo Romeo López
Colatino

Gobernar para la derecha desde la “izquierda”… esta siempre ha sido y será una alternativa que está vigente en la mente de la derecha de este país.

Hace un tiempo no muy lejano, se comenzó a formar dentro de las filas de ARENA un proyecto, “plan A”, tratar de comprar o alinear a militantes de la izquierda con los pensamientos de una derecha moderada, consciente y consecuente con los principios democráticos, pero esto con la retórica política propia para establecer alianzas que siempre buscan favorecer a los mismos de siempre: la gran empresa, la oligarquía, en conclusión a los grandes capitales nacionales y transnacionales.

Claro, que hasta los políticos sacados “de la izquierda o del centro” saldrían beneficiados económicamente, al vender sus voluntades.

Sin embargo, la derecha y su plan A no tomó en cuenta que en la izquierda hay políticos teóricos muy preparados para hacer análisis de estos movimientos típicos del sistema, que se programa para poseer lo que obstruye sus avaras intenciones.
Hoy podemos deducir a las claras que esos movimientos siempre fueron observados y cuestionados dentro de las bases y dirigencias izquierdistas, lo que dejó fuera de toda posibilidad ese primer plan que pretendió crear base social y política con dominio de la derecha.

Sin duda alguna esto obligó a la creación del “plan B”, siempre basado en un hombre o mujer de derecha, que pudiese llegar por la vía centro izquierda, pero que asegure que desde esa posición resulte un nuevo gobierno para la derecha, es desde ahí que surge un resentido contra el partido que lo había hecho un político “crítico del sistema” y que este podría ser un sujeto de cambio, no sólo dentro de su partido, sino también, capaz de jugarse la carta, vincularse con la izquierda sin ser de la izquierda, pero si con supuestas posiciones políticas afines de la supuesta izquierda democrática y conservadora.

Hay que decirlo, que en algún momento fue una atracción aun para la izquierda, pero pareciera que se entendió el Plan B y en las primeras de cambio se detectó que el “sujeto” era otro “objeto” más, de una derecha preocupada por el poder político.

De ahí se puede concluir que el partido gobernante de derecha o cualquier otro, con tintes centristas, es bueno contra la verdadera alternancia, en el entendido que siempre debería gobernar con sometimiento.

Es de ahí que surge la propuesta de una alianza que fue bien vista por los partidos “centristas” y por qué no de los apéndices de la derecha, y se crea un personaje con toda la supuesta intención de cambiar a los “republicanos” siendo este su único y elemental proyecto.

Claro, desde el punto de vista de los escépticos, habría no sólo que tener un proyecto de ideas de cambio, sino demostrar que se quiere cambiar, no solo la forma de “pensar” sino de “actuar”, no solo la forma de proponer sino de cómo hacer que la propuesta fuese coherente con las “acciones” .

En este entendido comenzó el deterioro de la Alianza por el cambio (cuando los dados se tiran varias veces se sabe si están cargados), y los “demócratas” de tendencia centro izquierda no llenaron las expectativas para que su “objeto” pudiese tener alguna probabilidad de conquistar desde esa óptica política de Alianza por el cambio, para penetrar en el pensamiento de izquierda y progresista de muchos.

Ahora podemos creer que para la izquierda jamás fue posible anidar la idea y mucho menos dar los espacios para alguien con una clara misión de propiciar una alianza que desde la izquierda se gobernara para la misma derecha.

Entonces podemos decir en buen salvadoreño, que les quedaron las hojas, la masa y algunos ingre- dientes para hacer los tamales, por que “la olla no se presta”.

Finalmente vemos el “Plan C”, ya se habría logrado algo en beneficio y esa era la imagen de un renovador de la derecha, ese es el empresario Arturo Zablah. Al fin de cuentas ya se habría creado a su alrededor ese “objeto” que se pretendía vender a las masas como izquierdista, una imagen que podría meterse pero… cómo a las masas desilusionadas, a los del vecindario, a los que siempre fueron y son rechazados, apartados, marginados.

Claro que volviendo a la ilustración de la olla de los tamales, ya vimos que la olla arenera tenía un pequeño espacio resguardado para el plan C, es decir, aunque “con poca aceptación entre ellos”, pero ya era predecible el final de este proyecto.

Lógico ¿donde había nacido?, ¿Con quien sería el final? Definitivamente con sus creadores, que lo pasearon por aguas turbulentas y no sucumbió a las tempestades porque hay que aclarar que no fue un cambio fácil, para un derechista, saludar con la izquierda, comer con la izquierda y hablar como la izquierda. Quiérase o no hubo pánico en la derecha, que su otrora hombre de derecha se sumergiera a profundidad en ideas de izquierda.

Hoy sabemos que este era el plan C, se conformó y se convirtió en la fórmula para la salvación, ¡Qué bueno que esto haya pasado! Porque eso demuestra la solidez de la izquierda de nuestro país, no sólo por el hecho de haber cerrado las puertas a esas nefastas prácticas políticas de la oligarquía y sus serviles, si no porque hoy en día se demuestra que se tenía razón, pues ya convertido en fórmula cambio totalmente su discurso es decir “perdón” retomo su verdadero discurso, su verdadera identidad política, encontró de nuevo “su propio yo”, y que bueno por él, que malo para los que se habían ilusionado con una derecha democrática, participativa y humanizadora.

Hoy sería un error que implementaran un plan D, pues un fraude electoral podría crear el pretexto idóneo para una nueva formación de un frente no político que provocara una efervescencia igual o peor que la de los ochenta . Sabemos que todavía hay políticos decentes y consecuentes en la derecha de nuestro país, que si en todo caso se cumplen las encuestas, que nunca hasta ahora han fallado, se conviertan en una oposición de altura consecuente con los intereses del país y de los más desprotegidos, porque donde la derecha ha perdido en Latinoamérica, sólo ha dedicado su tiempo ha obstaculizar los cambios sociales urgentes dejándonos a los más pobres sin aspiraciones a vivir mejor y en un mejor planeta. Sean buenos perdedores si les toca perder… QUE SEA por el bien de nuestra PATRIA.