Historia de la mujer vampiro se repite en El Salvador.

Erzsébet Báthory perteneció a una de las más importantes familias húngaras del siglo XVI, el del resquebrajamiento de Europa por cuestiones religiosas, pero ella pasaría a la posteridad por otros motivos bien distintos, pues como toda persona de poder tenia tierras y se creía que podía hacer de todo lo que su imaginación desease con las personas que vivían allí.

Esta dama de la aristocracia creyó que con la sangre de mujeres vírgenes, untadas en su cuerpo, mantendría la juventud perdida. con un poco de ayuda de sus secuaces y de la cólera que le provocaba ver mujeres hermosas, jóvenes con piel tersa sin arrugas todavía se llenaba de sadismo para asesinarlas de muchas terribles, lentas y dolorosas maneras, jóvenes que al principio eran campesinas y al acabárselas, cometió el error de buscar a las jóvenes de la nobleza inferior, por lo que rápidamente fue apresada y castigada a vivir emparedada (en ese aposento se sellarían puertas y ventanas, dejando tan sólo una ranura para introducirle alimento) en su habitación de Cjesthé.

En El Salvador los mareros están matando a la clase pobre diariamente: gente que utiliza buses, chicas regresando de clases en una senda nocturna, taxistas, panaderos en sus bicicletas, jóvenes en canchas deportivas; en fin gente que no puede defenderse, no tienen guardaespaldas, vigilantes en su zona de residencia, vehículos blindados, va a ser difícil que nos maten a todos los pobres de El Salvador porque somos varios millones pero sin alguien que nos proteja solo es cuestión de tiempo.

¿Que están esperando las autoridades para atacar frontalmente a la delincuencia?

¿Porque los jueces y otros “estudiosos”, desde sus residenciales con vigilantes nos dicen que son muchos años de cárcel para los mareros. ?

Están esperando hasta que las víctimas no seamos los pobres sino la clase media o alta.

Creen que es mejor que pasemos la ciudadanía encarcelada en nuestros hogares y no los que delinquen en la cárcel.

Donde están los derechos humanos de las victimas y su familia, acaso valen más los derechos de los mareros.

Los pobres no tenemos armas sofisticadas, pero unidos podemos linchar a los delincuentes, no queremos llegar a eso pero donde están las otras alternativas a poner a otro hijo o hija nuevamente en la calle para que lo maten o violen.

Dicen “hasta la belleza cansa” entonces como no va a cansar más luego la violencia que recibimos los pobres salvadoreños.