Preguntas, diferencias y distorsiones sobre la cultura salvadoreña

El viernes pasado, por la tarde, se dio a conocer la noticia de la destitución de la Dra. Breni Cuenca de su cargo como encargada de la Secretaría de la Cultura de nuestro país.

Alguien me dijo hace unos días, que ciertamente la cultura no era un rubro imprescindible, más bien importante pero no necesario para la supervivencia de un pueblo. No estoy de acuerdo.

La cultura en nuestro país siempre ha estado relegada al concepto equivocado de tener una precisa educación y buenos modales, eso no es cultura, tampoco lo es en exclusiva el folclor, ni las expresiones plásticas-visuales o simplemente los lugares de espectáculos masivos, tales como conciertos, obras de teatro y otras yerbas.

En nuestro país hay toda una variada forma de cultura y entidades que desean conformar una nueva dimensión culturizada de nuestro territorio: desde sindicatos de payasos, pasando por asociaciones de artistas plásticos, siguiendo por los teatreros y concluyendo con músicos, escritores y oportunistas.

El 11 de junio del año pasado fuimos convocadas las personas que trabajamos desde el arte y la cultura a una reunión de “consulta” sobre el nombramiento del titular de, ese entonces, Concultura. Dicha reunión se convirtió en algo menos que circo, con el respeto de la Asociación Nacional de Payasos y al recién difunto Chirajito, puedo asegurar como testigo, que dicha reunión estuvo plagada de desorden, caos y una encarnizada lucha por el poder.

Todos los que estuvimos en aquella reunión de hace siete meses concluimos que el gobierno entrante tenía claro una tan sola cosa en cuanto a cultura: no existe una política cultural que sacara al tan atropellado concepto de cultura del agujero profundo de la confusión y el caos institucional.

Las verdaderas razones de la reciente destitución de la Dra. Cuenca no están claras en su totalidad, una conferencia de prensa da la versión de una delas partes y un comunicado de prensa da la versión de la otra parte y acusa de tendenciosa a la ex directora de la Secretaría de la Cultura.

En medio de este torbellino no podemos decir que tenemos mayores elementos de juicio para analizar lo que en realidad sucedió. Lo que así, a simple vista, me queda claro es que esta destitución, si es que en efecto se trata de destitución y no de otra cosa, es un gesto preocupante.

El fin de semana circularon por internet una serie de mails reuniendo las opiniones de muchos gestores culturales y artistas nacionales, una de las más atinadas me parece que fue la breve carta de la Sra. Carmen González Huguet, quien considera que la Dra. Cuenca cuenta con las credenciales académicas de sobra para el cargo y que por ello, al haberla separado de su cargo genera muchas interrogantes como las siguientes: ¿qué va a pasar con la Secretaría? ¿En qué quedamos al fin las personas que vivimos y trabajamos por el arte de este país? ¿Cuál es el derrotero que este gobierno quiere darle a la cultura? ¿Hacia qué metas y con qué política cultural podemos contar los que, desde nuestros específicos saberes, trabajamos por enriquecer la cultura de esta parcela del universo? ¿Habrá política cultural o asistiremos a una fiesta de improvisaciones nuevamente?

Creo que dadas las circunstancias estas son preguntas lógicas que cualquier persona con dos dedos de frente cabe hacerse y que esperan, así mismo, lógicas, sensatas y ponderadas respuestas. ¿Tendremos que esperar mucho, poco o, como sucede con harta frecuencia entre nosotros, nos quedaremos esperando en vano?

Aportación de KR