Si alguna duda quedaba sobre las motivaciones, y los recursos del debate político contrarrevolucionario, el uso de las nuevas tecnologías de la información en la guerra mediática la despeja: el debate político no gira en torno a la verdad, sino en torno al poder; no pretende demostrar o convencer con argumentos e informaciones veraces, sino imponer, confundir, sorprender, atemorizar.
No son escaramuzas científicas, sino militares: el objetivo es la toma del Palacio, a como de lugar. La apuesta imperialista a favor de las nuevas herramientas de comunicación en Internet se sustenta en el dominio absoluto -financiero, tecnológico, de propiedad–, que posee sobre esas herramientas.
El caso de Twitter es paradigmático. Irán y la llamada revolución verde fue el escenario de prueba. Importantes investigadores han demostrado que las promocionadas y supuestamente masivas “denuncias iraníes” contra sus gobernantes en Twitter, tuvieron un origen extranjero: “Por ejemplo, Amira Howeydi recabó datos de la firma canadiense Sysmos -escribe Eliades Acosta Matos–, que se dedica al análisis de las redes sociales en Internet, y pudo establecer que (…) el 19 de junio, en el clímax de las protestas, el 40,3% de los mensajes venían del exterior, apenas el 23,8% declaraba originarse dentro de la nación y un 35, 7% no daban su ubicación“.
En días pasados se produjo una operación similar en torno a Venezuela. La idea de emplear Twitter para atacar a la Revolución bolivariana fue difundida de inmediato por los medios tradicionales de prensa. Aunque algunos insistían en presentar la protesta como una “espontánea iniciativa de las redes sociales”, El Nacional de Caracas anunciaba sin recato que “el Colegio Nacional de Periodistas y el Sindicato de Trabajadores de la Prensa y el Círculo de Reporteros Gráficos (llamaba) a la sociedad civil a participar en una “twitteada” a las 4:00 p. m. de hoy martes”. Sin embargo, los verdaderos organizadores de la acción mediática no parecen ser venezolanos.
Veamos los hechos: el 2 de febrero surge la etiqueta #FreeVenezuela, con unos 300 participantes iniciales (obviamente concertados de antemano). Con asombrosa rapidez ascendía al tercer lugar del treding topics: “en los primeros diez minutos #FreeVenezuela (se colocó) en el puesto número ocho de los diez temas más importantes, 20 minutos más tarde (pasaba) al cuarto lugar, y a una hora de twitts se posicionó en el tercer puesto”.
Durante dos horas logró mantener ese posicionamiento. Era la primera vez que un tema venezolano se ubicaba en esa red en un listado que supuestamente refleja a los que alcanzan altísimos índices de concurrencia. Rarezas de Internet, dirán unos; suspicacias inútiles, acotarán otros. Pero hay un dato fácilmente detectable, que ningún medio comentó: de aquellos 300 internautas iniciales, más del 65 por ciento emitía sus mensajes desde Estados Unidos, y otro 25 por ciento lo hacía desde Colombia. ¿Protesta venezolana?
Unos días después los que accedían al intercambio en #FreVenezuela se encontraron de improviso con mensajes que provenían de la cuenta @4febrero, en respaldo al presidente Chávez. El “intruso” reproducía en vivo -supuestamente desde el lugar de los hechos–, las palabras del discurso del líder venezolano. Lo amenazaron. Trataron de distraerlo en diálogos personales. Apenas pudo twittear en el “democrático” ciberespacio durante una hora. Su último mensaje decía: “Los próximos 30 años serán de grandes batallas y victorias, dice Chávez en el Patio de Honor de la Academia Militar”. Segundos después la cuenta @4febrero era cancelada por Twitter de forma definitiva, a pesar de que “el intruso” se había identificado como exigen las normas.
Otro asiduo usuario de Twitter, Yohandry, dejó un petardo virtual: “Alguien me puede explicar por qué la mayoría que participa en #FreVenezuela está fuera de ella, en EU, por ejemplo”, dijo a las 5: 52 de la tarde. Nadie contestó, aunque una recomendación sigilosa llegó a los participantes: “Desactiven el geolocalizador”. Pero Yohandry, ante la carencia de respuestas, insistió una y otra vez con su pregunta demoledora: “Al final nadie me pudo explicar por qué #FreVenezuela se hace desde Estados Unidos y Colombia”, concluyó a las 6:15 de la tarde.
De cualquier manera, la verdad no es importante; se trata de una guerra por el poder, en la que aparentemente todo vale. Por eso treinta órganos de la gran prensa estadounidense y de sus filiales latinoamericanas (Excelsior de México, o Clarín de Argentina, por ejemplo) anunciaron con la debida seriedad lo que había sido pactado como noticia: “Los venezolanos usan Twitter para protestar contra Chávez”.
No son escaramuzas científicas, sino militares: el objetivo es la toma del Palacio, a como de lugar. La apuesta imperialista a favor de las nuevas herramientas de comunicación en Internet se sustenta en el dominio absoluto -financiero, tecnológico, de propiedad–, que posee sobre esas herramientas.
El caso de Twitter es paradigmático. Irán y la llamada revolución verde fue el escenario de prueba. Importantes investigadores han demostrado que las promocionadas y supuestamente masivas “denuncias iraníes” contra sus gobernantes en Twitter, tuvieron un origen extranjero: “Por ejemplo, Amira Howeydi recabó datos de la firma canadiense Sysmos -escribe Eliades Acosta Matos–, que se dedica al análisis de las redes sociales en Internet, y pudo establecer que (…) el 19 de junio, en el clímax de las protestas, el 40,3% de los mensajes venían del exterior, apenas el 23,8% declaraba originarse dentro de la nación y un 35, 7% no daban su ubicación“.
En días pasados se produjo una operación similar en torno a Venezuela. La idea de emplear Twitter para atacar a la Revolución bolivariana fue difundida de inmediato por los medios tradicionales de prensa. Aunque algunos insistían en presentar la protesta como una “espontánea iniciativa de las redes sociales”, El Nacional de Caracas anunciaba sin recato que “el Colegio Nacional de Periodistas y el Sindicato de Trabajadores de la Prensa y el Círculo de Reporteros Gráficos (llamaba) a la sociedad civil a participar en una “twitteada” a las 4:00 p. m. de hoy martes”. Sin embargo, los verdaderos organizadores de la acción mediática no parecen ser venezolanos.
Veamos los hechos: el 2 de febrero surge la etiqueta #FreeVenezuela, con unos 300 participantes iniciales (obviamente concertados de antemano). Con asombrosa rapidez ascendía al tercer lugar del treding topics: “en los primeros diez minutos #FreeVenezuela (se colocó) en el puesto número ocho de los diez temas más importantes, 20 minutos más tarde (pasaba) al cuarto lugar, y a una hora de twitts se posicionó en el tercer puesto”.
Durante dos horas logró mantener ese posicionamiento. Era la primera vez que un tema venezolano se ubicaba en esa red en un listado que supuestamente refleja a los que alcanzan altísimos índices de concurrencia. Rarezas de Internet, dirán unos; suspicacias inútiles, acotarán otros. Pero hay un dato fácilmente detectable, que ningún medio comentó: de aquellos 300 internautas iniciales, más del 65 por ciento emitía sus mensajes desde Estados Unidos, y otro 25 por ciento lo hacía desde Colombia. ¿Protesta venezolana?
Unos días después los que accedían al intercambio en #FreVenezuela se encontraron de improviso con mensajes que provenían de la cuenta @4febrero, en respaldo al presidente Chávez. El “intruso” reproducía en vivo -supuestamente desde el lugar de los hechos–, las palabras del discurso del líder venezolano. Lo amenazaron. Trataron de distraerlo en diálogos personales. Apenas pudo twittear en el “democrático” ciberespacio durante una hora. Su último mensaje decía: “Los próximos 30 años serán de grandes batallas y victorias, dice Chávez en el Patio de Honor de la Academia Militar”. Segundos después la cuenta @4febrero era cancelada por Twitter de forma definitiva, a pesar de que “el intruso” se había identificado como exigen las normas.
Otro asiduo usuario de Twitter, Yohandry, dejó un petardo virtual: “Alguien me puede explicar por qué la mayoría que participa en #FreVenezuela está fuera de ella, en EU, por ejemplo”, dijo a las 5: 52 de la tarde. Nadie contestó, aunque una recomendación sigilosa llegó a los participantes: “Desactiven el geolocalizador”. Pero Yohandry, ante la carencia de respuestas, insistió una y otra vez con su pregunta demoledora: “Al final nadie me pudo explicar por qué #FreVenezuela se hace desde Estados Unidos y Colombia”, concluyó a las 6:15 de la tarde.
De cualquier manera, la verdad no es importante; se trata de una guerra por el poder, en la que aparentemente todo vale. Por eso treinta órganos de la gran prensa estadounidense y de sus filiales latinoamericanas (Excelsior de México, o Clarín de Argentina, por ejemplo) anunciaron con la debida seriedad lo que había sido pactado como noticia: “Los venezolanos usan Twitter para protestar contra Chávez”.
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